sábado, 28 de abril de 2012

Un poco de todo...

Cerré la maleta con pereza, sin querer hacerlo del todo, sabía que venía a mi casa, a mi ciudad, pero que no iba a haber ni media hora, ni un minuto contigo, no verte, no hablarte, no nada.
Los kilómetros en el autobús pesaban cada vez más y se multiplicaban las ganas de gritar, las sensaciones de impotencia, de rabia, de ese no se qué que me lleva rondando todo el tiempo desde aquel día, desde aquel último adiós gritado en la calle, de noche.
No quiero cansarme, no quiero rendirme, quiero creer que vale la pena todo esto, o quizás no, no lo se, la verdad es que ya no se nada ni de ti, ni creo que de mi, pero la vida pasa y pasa, sin parar, sin tregua, con sus días de lluvia y sus minutitos de sol, con sus nubes huyendo de la tormenta, de los truenos, de los recuerdos de una sola noche que ha ocupado todas y cada una de mis últimas noches, noche con la que me he despertado cada día en la boca, en las manos.

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