Sin ella...

Todos los día sale de paseo, como siempre, como cada día, haciendo lo mismo, bajando ese último escalón con un pequeño saltito, arranca una amapola,  un diente de león que soplará para ver como esas pelusa guiadas por el aire, el mismo aire que le apartaba a ella de su cara los mechones rebeldes, el mismo aire que en los días de inverno enrojecía sus mejillas y su pequeña nariz, ese aire hace subir esas pelusas a un cielo que tarde tras tarde contemplaban juntos, viendo nacer y desaparecer nubes hasta que el sol y el primer lucero le avisan de que es hora de regresar a la realidad, a la vida, a una vida sin su amapola, sin sus sonrojadas mejillas, sin su cielo, sin ella.

Quiero, necesito, debo...

Quiero, necesito, debo escribir, pero no puedo, el maestro Sabina suena de fondo y en mi pecho una presión, unas ganas de gritar, de llorar, de un no se qué, la inspiración me tiene abandonada, las manos atrofiadas encima del teclado del ordenador sin saber que decir, que hacer, ganas de nada menos de ti, y tu indiferente, lejos, a saber donde, como, con quien, mis pies fríos dicen que hoy será una noche larga, de esas en las que la cama se hace pequeña, noche en la que el paraíso de tu intimidad se hace infierno, mi voz apagada, tímida, loca por salir, encerrada, rota, que rompe y retumba en mi cabeza, queriendo y no pudiendo, minutos infinitos de reflexiones mirando al techo, intentando discernir algo en la oscuridad de la habitación, esfuerzo inútil, si no vi nada antes, qué voy a ver ahora, si no estuviste antes, por qué ibas a estar ahora, quiero creer, necesito, debo, que esto será lo ultimo que escriba, lo último que arranque de mi sentimientos, lo último que te dedique, mis ultima palabras que escondan entre las líneas tu nombre, la última, y no más.

Vacío.

Vacío, vacío en mis cajones, vacío en mi cama, vacío en mi aire, vacío en el cielo de esta noche de primavera, vacío en el aire que entra por mi ventana, vacío en estas palabras, vacío en mi respiración, vacío el vaso que un día vi lleno, vacía la mirada del mundo, vacías la ganas de todo, vacío el eco del ruido de la calle, vacía mi risa, vacía mi habitación, sin mí, vacío tu lugar, vacías la estrellas, vacías las voces conocidas, vacíos los gritos, vacío.

Huele a verano...

Entran por mi ventana los recuerdos de esos paseos por la noches, de esa penumbra eterna en la habitación para que no entre el calor, los agujeritos de la persiana reflejados en la pared con color de sol, ese placer de dormir a pierna suelta de manera literal, el ruido de la calle que la ventana abierta deja oír, los pantalones y camisetas cortos, el blanco reflectante de unas pierna escondidas 6 meses, las ganas de pueblo, de amigos, de nada que hacer, de mar, de playa, de ganas ahora de dormir, de que mañana me despierte mimoso el sol, ganas de otro día con olor a verano.

Historias para no dormir...

Buscar mil y un respuestas, infinitas razones para tu insomnio, para tu incapacidad de mantener cerrados los ojos más de dos minutos, que si el café que no me he tomado, que si hace calor y sacas un pie, otro pie, una mano, otra mano, que si para un lado, que si para el otro, que si pasan los del atleti cantando, que si los agujeritos de la persiana, todo lo que tengo que hacer mañana, que que calor en los pies, fuera calcetines, buscar una tercera dimension en la almohada que este fresquita, que si me pica en la planta del pie, me rasco y me hace cosquillas, que si el pelo para arriba que me da calor pero para abajo me molesta, que si se me recoje la camiseta, que si en esa postura no porque fijo que mañana no me puedo mover y ya cuando estan a punto de declarar tu cuerpo un sistema solar propio de todas las vueltas que estas dando te das cuenta de que sabes perfectamente la respuesta, desde el principio, que todo lo demas son sólo escusas, nada más.

Un día cualquiera...

La inmensidad que tenía delante de ella la abrumaba. El viento acercaba a su nariz los olores que los rodeaban, incluido el de su colonia, el olor de sus caricias la noche pasada.

Los poros de su piel, sus músculos comenzaban a notar el frío cuando dos manos fuertes rodearon sus cintura atrayéndola hacia un cuerpo y fuerte y una voz, su voz, le susurró al oído: - tu y yo Adán y Eva – a lo que ella respondió: - y tu cama nuestro paraíso.

Disfrutar de ti :)

Con la voz ayer te dije todo pero no con palabras ni mirándote a los ojos, no creo que entendieras nada, o no quisiste hacerlo, tire miradas, tire sonrisas y pasé la noche entre risas y juegos con lo demás, ella sola pasaba por delante de nosotros de la mano del tiempo y de las ganas de algo, así sin más.

Mi noche acabó, con una mirada confidente a la luna a través de mi ventana, apagué la luz y con ella mis ganas de seguir intentando nada, llegué a la conclusión entre mis sabanas de dejar las cosas como están y de disfrutar de ti como anoche, con los demás.