lunes, 11 de marzo de 2013

Hasta los días más grises salen arcoíris.


Mirar por la ventana y ver algo tan efímero e inexistente como son siete rayas de colores que crean una fantasía, una cortina de luz que te hace sonreír aun cuando llevas todo el día arrastrando los pies por el suelo más frió y con la cabeza agachada para no ver el mundo que tienes delante.
Algo así es también su sonrisa, sus palabras, son ese empujoncito que te dice ¡venga sigue que tú puedes! Y das el pasito que te impedía seguir avanzando y lo haces de su mano, segura porque si miras para atrás el estará ahí, como el padre que suelta por primera vez a su hijo y anda solo en su bici nueva, todo es tan fácil a su lado que a veces crees poder tocar el mismísimo arcoíris con la punta de tus dedos y eso sólo lo hace él, nadie más.

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