lunes, 16 de julio de 2012

Cueste lo que cueste.

Esos fantasmas, esos recuerdos que te bombardean de repente, en los momentos más inesperados, que duelen, que te taladran el pecho, que casi te hacen gritar, un lugar, una canción, se te llenan los ojos de lágrimas y la barbilla te delata con un ligero temblor, es entonces cuando respiras hondo, aprietas fuerte puños y dientes, aguantas y finalmente vuelves a respirar para soltar ese nudo del estómago, para dejar salir esa presión del pecho, abres los ojos el sol del atardecer entra por la ventanilla del coche cegándote, el aire acaricia tus mejillas, secas tus ojos y decides sonreír, disimular, mientras piensas, mientras estás segura de que esos fantasmas, esos recuerdos, volverán, pero volverás a respirar, volverás a sonreír cueste lo que cueste.

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