sábado, 30 de junio de 2012

Que se entere el mundo...

Me gusta meterme en la cama, taparme con las sábanas, apretarlas fuerte, cerrar los ojos y pensar en él; en los minutos compartidos en una cama de noventa.
Me gusta pasar mi lengua por mis labios e imaginar que es la suya, recordar cada uno de sus besos.
Su risa retumba en mis oídos, mi piel grita por sus manos.
Me gusta mirar las dos únicas fotos que tenemos juntos y pensar que son la primeras de muchas que vendrán, por muy mal que salgamos.
Me gusta pensar que la sonrisa que pinta su cara, la he cosido yo, con mis manos, con mis esos, puntada a puntada, aunque sea sin hilo.
Me gusta oír su voz por teléfono y pensar que le tengo al lado, aunque esté lejos.
Me gusta pensar que en unas horas podré volver a abrazarle y podré volver a desear que no se vaya, que esto no acabe, que todo siga, que continúe, que seamos los puntos suspensivos de ese continuará que sale al final de las películas.
Me gusta escribir esto para él, para que lo lea y me muera de vergüenza.
¡Me gusta él!

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